ARTE REAL
El antiguo reino de Ghana, los imperios del Mali y de otros reinos centroafricanos, hasta el sometimiento a la esclavitud por los europeos, o el reino de Benin hasta su expolio por los ingleses a finales del siglo XIX, conocieron un gran esplendor como lo atestiguan las obras de los Sapi, los bronces de Benin y de Ife o las terracotas Nok, Kapsina o Sokoto, por no citar más que unos pocos ejemplos. Las cortes de estos reyes estaban decoradas con bellos objetos de marfil, oro, bronce o piedras preciosas. Hacían gala de un refinamiento que para sí lo habrían querido algunas cortes europeas, nos dice el historiador y etnólogo alemán Leo Frobenius.
Se construyeron verdaderos palacios ricamente decorados, de algunos de los cuales aún perduran sus vestigios como los de los reinos de Abomey, las jefaturas del Grassland o las antiguas ciudades de los Yoruba, sin contar las fotografías de los numerosos dibujos de la corte de Benin. A todos estos reyes, jefes y altos dignatarios de la corte les gustaba rodearse de bellos objetos y adornos que afirmasen su rango. Muebles artísticamente labrados, bronces, marfiles, armas y cetros realzaban sus estancias y las ceremonias en las que se manifestaban con todas sus galas. Normalmente sólo los reyes y los altos dignatarios podían poseer estos objetos, que les estaban reservados como los marfiles, piedras y metales preciosos. Muchos de estos objetos tenían un simbolismo religioso, al igual que el monarca, que no es considerado divinidad, pero cuyo poder es sagrado pues procede de la divinidad.
El arte real en un sentido estricto es el arte al servicio del poder encargado por los soberanos o realizado exclusivamente para ellos y para la familia real, es la manifestación material del estatuto de los soberanos. . Los soberanos se reservaban el monopolio de los materiales preciosos, marfil, oro, bronce y cobre. El cobre durante mucho tiempo llego a ser más preciado que el oro dada su escasez en África y la abundancia de este último. Aunque utilizado por distintas etnias el marfil fue utilizado principalmente por los Sapi de Sierra Leona que esculpieron objetos de una estética insuperable, conocidos como “marfiles afro-portugueses”, que llegaron a finales del siglo XV a todas las cortes reales y principescas europeas. Los Bini, del antiguo reino de Benin en Nigeria, destacan igualmente por sus minuciosos y artísticos trabajos con marfil.
El Imperio de Mali, anteriormente de Ghana y más tarde de Songhaï, fue reputado durante siglos por la abundancia del oro que era utilizado hasta para los collares de los perros. En 1324 su emperador Mansa Moussa en su peregrinación a la Meca y, de paso, en su visita de cortesía al Faraón de Egipto, le llevó tal cantidad de oro, entre otros presentes, que la cotización del oro bajó en Egipto durante varios años. Todos los reyes y notables de los distintos reinos Akan han hecho una profusa utilización del oro en sus vestimentas, tronos, cetros y en todo tipo de ornamentos y símbolos de poder.
Hubo un tiempo en el que el cobre, mucho más escaso que el oro, fue más valorado. De ahí que su utilización, aliado con el estaño, desde el siglo XII y durante siglos las Cortes de Ife y Benin destacaran por los fundidores al servicio de sus soberanos, el Oni de Ife y el Oba de Benin. La perfección de las cabezas de reinas, de soberanos, de las placas que recubrían las paredes del palacio, las figuras de guerreros, músicos, mensajeros y otros personajes de la corte causaran tal admiración, al ser conocidas después del saqueo de Benin por los ingleses en 1897, que los más entendidos pensaban que se trataba de vestigios de los griegos y de los romanos pues los africanos no podían realizar obras tan perfectas y con un conocimiento tan avanzado de las técnicas de la fundición. En realidad el llamado bronce africano, no a lo que en Europa se entiende por bronce, sino al latón.
Además del marfil y los metales preciosos también la madera ha sido ampliamente utilizada para realzar la suntuosidad de los palacios, especialmente muebles de prestigio que puedan provocar la admiración de los invitados a la Corte. Estos muebles, no destinados al uso sino a ser vistos, iban decorados con escenas de la corte, guerreras o tribales y con frecuencia con escenas inspiradas en sus cosgomonías. En madera se han esculpido igualmente numerosas estatuas conmemorativas de los reyes, jefes y notables.
El artista africano que trabaja para la Corte es, excepción en el arte africano tradicional, un profesional. Pero sus producciones artísticas no buscan el arte por el arte según el concepto occidental. Lo bello está presente en la mayoría de las realizaciones africanas, pero lejos del sentimiento estético europeo. La finalidad de la belleza de los objetos producidos para la corte es reforzar el poder y la dignidad del soberano. Así, se esculpen numerosos objetos en madera o fundidos en materiales nobles, que realzan el prestigio del soberano y se agrupan bajo el nombre de regalías, cetros, bastones de ceremonia, espantamoscas, armas de parada, pipas y taburetes que no son destinados a ser utilizados sino que tienen un valor ritual. Todo lo que en Occidente entendemos por arte africano tradicional tiene un valor ritual, incluso el llamado arte real o de corte al recibir el soberano su poder de la divinidad. Al tener este poder emanado de Dios es el vínculo entre el cielo y la tierra, entre el hombre y el mundo divino, de forma que los objetos que le rodean también tienen una connotación religiosa.
En un sentido más amplio lo que definimos como arte real incluye todas las manifestaciones artísticas realizadas para los personajes de la corte y los notables, entre los que hay que destacar al griot, genealogista, poeta, cantante, historiador y rapsoda que con su palabra puede ensalzar a un soberano o hundir un reino. Durante siglos África estuvo gobernada por multitud de pequeños reinos que con frecuencia dependían de un rey de rango superior. En Camerún, en el Grassland, encontramos una categoría particular de reinos, las llamadas “chefferies” o “jefaturas”, que aun siendo pequeñas comarcas constituyen verdaderos con una jerarquía perfectamente estructurada cuyos jefes gozan de todas las atribuciones debidas a la realeza. A lo largo de la historia de África han existido numerosos reinos e imperios, unos de extraordinaria importancia y poder y otros, pequeños, unas veces independientes y otras sometidos a una jerarquía superior. También los jefes de cantón y de poblado gozaban de gran autoridad y prestigio al igual que los notables que formaban el consejo asesor de sus soberanos y jefes. Todos ellos son los propietarios de las llamadas regalías y de las joyas, estos objetos constituyen, según el rango, su símbolo de autoridad, y todos ellos son incluidos en este capítulo dedicado a las artes reales.
Jesús Arrimadas Saavedra