El material vivo más noble por excelencia, el marfil, estaba reservado exclusivamente al uso del monarca y sólo algunos dignatarios importantes de la corte podían hacer un encargo personal. Desde finales del siglo XV, traídas por los portugueses, las cortes europeas descubren las primeras piezas de marfil bellamente esculpidas por artistas africanos. Destacan principalmente las copas, saleros y cucharas talladas por los Sapi de Sierra Leona y las magníficas trompas u olifantes tanto de los Sapi como de otros pueblos del Congo. Pocas son las cortes europeas o coleccionistas afamados que, a partir de esa fecha, no hayan logrado hacerse con una de estas excepcionales creaciones, conocidas bajo el nombre de marfiles sapi-portugueses.

Otras creaciones también importantes se deben a los Bini o Edo del antiguo Reino de Benin en Nigeria. Algunos otros pueblos han esculpido interesantes piezas de marfil, como las estatuas baulé o las estatuillas y pequeñas máscaras de los Lega. Dejando aparte los colmillos tallados con filas de elefantes durante la segunda mitad del siglo XX, destinados al mercado europeo, el marfil no ha sido un material profusamente empleado en África. Por el alto nivel de sus creaciones y por la nobleza del material el trabajo del marfil fue siempre un arte real.